14 agosto 2010

Y es que hay que valer.



Quizá nunca he tenido la (mala) oportunidad de estar tantas horas aquí sentada, dentro de un hospital, limitándome sobre todo a observar y escuchar, por lo que no puedo ni debo pasar por alto el trato del personal médico.

Siento una inmensa gratitud por todo lo que estoy viendo, y eso, recrea con fuerza cualquier contratiempo de altibajos.

Es digno de gritar a todos los vientos, puesto que...todas y cada una de las personas que trabajan a la par de este sillón, son estupendas, con una calidad humana exquisita y solidariamente impecable.

Sencillamente, gracias.

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