
Es curioso, pero sentada en un incómodo sillón azul, mirando por la ventana de un hospital, y con una sensación de sueño casi incontrolable, he sentido unas ganas extraordinarias de escribir sobre dormir.
Y es que, en muchas ocasiones, no me concentro en disfrutar de un buen instante de relajación, de silencio.
Hace algunos años, la planificación de mi agenda, el resumen de aprendizaje diario, y las imaginadas situaciones que nunca ocurrían, invadían unos ilusos momentos junto a la almohada.
Quizá, debería recuperar ese sentimiento mágico.
Poco a poco, soñaba despierta con los ojos cerrados, y dormía tan plácidamente, que el despertar conllevaba un temperamental comienzo del día. Me sentía bien.
Ahora, las responsabilidades de los años, no nos permiten concentrarnos.
Que si el trabajo (siempre las mismas caras, los mismos errores, el mismo sonido telefónico, la misma contraseña para abrir el correo...), que si los hijos (vigilar que desayunen, que hagan sus deberes, que no lleguen tarde a sus actividades...), que si la pareja (que si cenamos en casa de su madre o de la mía, que si comemos carne o pescado...).
Ser mayores es un aburrimiento.
Pero me lo he propuesto, y tengo la virtud de la fuerza de voluntad.
Así es que, fijándome en cada tecla, pulsando muy despacio, me iré despidiendo, para soñar despierta y concentrarme sencillamente en absorber el silencio como oxígeno de oscuridad, y de la paz que, en este caso se agradece de las personas que de verdad queremos tener a nuestro lado.
Buenas noches.
Curiosidades: http://www.microsiervos.com/archivo/ciencia/curiosidades-privacion-sueno.html
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