
No me asustan las arrugas.
No me asusta la transformación de una voz suave y dulce al ronquido.
No me asusta que mis piernas, mis brazos o mi mirada flaqueen.
No me asusta que me llamen "vieja" unos adolescentes en fase de pubertad.
No me asusta ver como todo mi alrededor se transforma en moderno y tecnólogico.
No me asustan las visitas constantes al médico de cabecera.
No me asusta ser abuela y consentir a mis nietos.
Me asusta olvidarme del instante en el que me han salido las arrugas.
Me asusta no recordar cómo ha sido siempre mi voz, cuando más alto y fuerte podía gritar.
Me asusta no saber el camino que han recorrido mis piernas, los gestos que han descrito mis brazos, o los paisajes que he mirado fijamente boquiabierta.
Me asusta no poder sentarme con esos adolescentes para descrifrarles tantos secretos que depara la vida a través de los años.
Me asusta que la comodidad de lo moderno me limite en los procesos artesanales de mis manos.
Me asusta no poder ir sola al médico, y tener que depender de alguien.
Me asusta tener nietos si no puedo sentarme durante horas a jugar con ellos y coronar tantas victorias de mi vida como merezcan escuchar.
No quiero hacer transparente lo que siempre me ha dado luz a los ojos.
No quiero borrar de mi mente lugares, ni olores, ni sonrisas, ni presencias.
Me asusta la vejez porque no quiero olvidar.
1 comentario:
No te comento nada pero te comento todo.
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